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La torre de Láriz1 es un elemento arquitectónico emblemático en la villa de Durango aún hoy en día.2 Su origen y estudio arqueológico está siendo llevado a cabo ampliamente por los profesores de la Euskal Herriko Unibertsitatea J. A. Quirós y B. Bengoetxea Rementería. Dar unas pinceladas sobre los conflictos en los que se involucró la familia que la construyó puede ayudar a entender lo conflictos por estar en la elite en un entorno urbano medieval y territorial de la misma y éste es nuestro presente objetivo.
Parece seguro que la villa de Durango recibió su carta fundacional al menos a fines del siglo XIII (a pesar de que no se conserva el documento), según los estudios más reconocidos de J. Á. García de Cortázar y sus colaboradores (1979). Además existen pruebas arqueológicas que confirman la existencia de poblamiento anterior en esa zona (Bengoetxea y Quirós, 2006).
En cualquier caso, ya en la documentación del XIV aparece citada (cartas puebla de villas de su alrededor u otros documentos sobre la propia villa)3 y en 1379 recibió la confirmación de su fuero por el que sería Juan I de Castilla, Señor de Vizcaya (el primer rey castellano que hereda el título, siendo aun infante, y que lo pasará a sus descendientes), como hace con otras, y donde concede ciertos privilegios a Villanueva de Tabira de Durango.
Con ello, la documentación escrita es bastante parca para ese siglo, y no es hasta el XV cuando ya podemos esbozar una visión más o menos clara de la vida en la villa.
La villa de Durango es una villa que desde la Baja Edad Media se convirtió en el centro neurálgico de la merindad de Durango, gracias al mercado, a la rentería del hierro, etc., a pesar de que jurídicamente estaba apartada de la misma, como ocurre con las otras villas.
Es más, era una de las cabezas de Tercio de Vizcaya, junto con Bermeo y Bilbao, en las que debía residir el corregidor, representante real en el Señorío, y la cual representaba a las villas de sus alrededores en Juntas Generales y Regimientos.
En la propia villa, el concejo de la misma era el grupo formado por las figuras del alcalde y fieles, jurados y regidores y otros oficiales menores que en nombre del rey su señor administraban justicia y ordenaban entre sus muros. La evolución de estos oficios fue considerable entre los siglos XIV y XVI, sobre todo en la época banderiza en el número de oficiales y su elección, pues cada bando que ejercía su poder en la villa elegía un alcalde y la mitad de los otros oficiales, lo que hizo necesaria la intervención del licenciado Chinchilla a fines del XV (Labairu, 1968: 377-383 y 688-690), que en nombre de los Reyes Católicos estableció en su capitulado el concejo que estuvo vigente durante Edad Moderna: un alcalde, dos fieles y cinco regidores; a los que se les sumaban el escribano y el letrado y los oficios menores (guardas de montes, mayordomos de iglesias, etc.).
Torre de Lariz, según grabado del s. XIX. Durango.
Mediante este capitulado de Chinchilla, se estableció una elección anual secreta por sorteo el día 29 de septiembre por el concejo saliente de entre los nombres de 8 vecinos propuestos por las cuatro calles de la villa (una vez elegidos para el cargo debían aceptarlo y no podían participar en los siguiente tres años en el sorteo)4. Pero los problemas subsistieron y a principios del siglo XVII se seguían repitiendo ordenanzas y mandatos para aplicar correctamente el capitulado (Ajuria, 1998).
Las funciones principales de estos miembros del concejo eran repartir justicia (función principal del alcalde), llevar a cabo los mandatos del alcalde (fieles y regidores), cuidar de los montes y demás bienes propios de la villa —incluida la muralla, las iglesias, los molinos, las fuentes y los caminos, entre los principales—, asegurar la limpieza y abastecimiento de la villa y sus vecinos, asegurar el orden, establecer las penas por los delitos, recoger los impuestos sobre las ventas y el pedido para el rey, representar a la villa ante otras instituciones del Señorío o del reino, etc., estableciendo para todo ello ordenanzas (Agirre García, 2004).
La villa se basaba en una economía bastante diversificada. La agricultura seguía siendo una actividad primordial, no obstante, el artesanado tenía un peso muy grande y el mercado también (tanto por ser zona de paso desde Vitoria a la costa, como por ser el mercado central de la comarca). De entre los oficios artesanales principales, los más conocidos tradicionalmente son los pañeros y herreros y ferrones, por su importancia socio-económica y política en el concejo. Sin embargo, también se podía encontrar: curtidores, zapateros, carniceros..., y entre estos últimos parecen estar los Láriz.
El mercado era controlado por medio de precios tasados en el caso de algunas viandas (carne, aceite, pescado, etc.) y calidades (tanto de fabricación, como sobre todo de la utilización de pesos adecuados) por parte de los fieles del concejo, mediante tiendas arrendadas y ordenanzas.
Tras el célebre incendio de 1554 (Agirre García, 2001), la villa comenzó a reconstruirse de manera más humanística (se ampliaron calles, cárcabas, se proyectó una casa del concejo, etc.). En ese incendio una de las pocas casas que sobrevivió, al menos en parte, fue la casa de los Láriz, gracias a que estaba construida en piedra, lo que era una excepción en la época, salvo para las dos iglesias (Santa María y Santa Ana), la muralla y otro palacio (el de Arribi).
El origen del onomástico Láriz está en un arroyo que atraviesa los términos de la anteiglesia de Berriz. Es en la misma en la que parece estar el origen familiar primero, que parece haberse extendido en diferentes ramas por: la villa de Durango (la parte de la familia que nos interesa), Elorrio, Ermua, Gizaburuaga y Lekeitio, en Bizkaia, y hasta Mondragón (Arrasate) Azkoitia, Legazpia y Tolosa en Gipuzkoa (Estornes Lasa, 1984).
El documento más antiguo en el que aparece la familia de la villa duranguesa mencionada por primera vez es, curiosamente, un documento que no atañe directamente a la villa de Durango. A fines del siglo XIV, tras la merced enriqueña a Beltrán de Gebara, los habitantes y concejo de la villa de Mondragón disputaron a Pedro Vélez de Gebara el uso de los montes en Léniz y presentaron 10 cuadernos con testigos de las villas de alrededor justificando que ellos usaban esos montes ya antes de la merced real. En el cuaderno hecho en Tabira de Durango que se presentó en Medina del Campo ante Juan I el 5 de agosto del dicho 1390, aparece como primer testigo Martín Ibáñez de Láriz.5
A principios del XV aparece otro Láriz: Rodrigo de Láriz, vecino de Tabira, treguado de Múgica y preboste en la villa por él y en años sucesivos hay una lista de Láriz clérigos de la villa, representantes de la misma en Juntas, alcaldes de Merindad de los que no hay muchos datos, salvo que todo indica a que eran una familia importante ya en la villa y que eran del bando de los Múgica-Butrón al parecer.
Sin embargo, es en los años 1460 y 1461 cuando los datos apuntan más claramente a esa familia: en un pleito entre familias y bandos por los privilegios de la venta de carne en la propia villa. Este pleito no se acabó de dirimir hasta que, en una segunda fase, entre 1504 y 1517 se dictó sentencia final al respecto. Ello nos indica cual es la base económica de esta familia: eran carniceros.
Las carnicerías eran un elemento muy importante en cualquier villa, ya que el concejo tenía la obligación de asegurar el abastecimiento de carne de carnero y de vaca, normalmente. Por ello, se vendía en tiendas subastadas por el concejo y el que se las llevaba, tenía el derecho exclusivo de su venta, al mismo tiempo que la obligación de abastecer a la villa (Agirre García, 2004; García Fernández, 2004: 121 y ss). El de los carniceros era un oficio no muy valorado por la mentalidad de la época, pero era muy rentable y que enriqueció a numerosas familias en toda Europa (Le Goff, 1983).
Las informaciones sobre este importante pleito comezaron en 1460, con la aparición ante Enrique IV de Rodrigo de Muncharaz, procurador de los carniceros de la villa de Tabira de Durango, aduciendo que sus defendidos (entre ellos los Láriz, en la persona de Pero Pérez o Ibáñez de Láriz6 y Ochoa de Láriz) habían tenido problemas desde hacía 10 años con otros vecinos de la villa (Pedro Sánchez de Sarria, zapatero, Lope Martínez de Unda, Martin Ortiz de Cearra), porque ellos solamente como carniceros tenían privilegio para vender carne en la villa y Sarria, Unda y Cearra entre otros, se habían dedicado a cortar carne haciendo caso omiso de dicho privilegio. Tras llamadas de atención por los del concejo a los que no cumplían el privilegio de los carniceros (que a su vez fueron defendidos por los clérigos de la villa), ambos bandos se enfrentaron apelando al rey y después mendiante las armas (los del bando de Unda, persiguieron para darles muerte a los procuradores de los Lariz y los otros carniceros, y tuvieron que huir). Ante tales escándalos, el corregidor fue a la villa y derribó, de su propia mano y con el alcalde de la Hermandad, las carnicerías mal colocadas según los privilegios, pero sin reparar si eran de los Unda o los Láriz.
Los Láriz rehicieron sus tablas y tiendas carnicerías (incluso las contrarías a los privilegios), pero consiguieron la reprimenda del rey y de sus corregidor y prestamero y el mandato para derribar las que no eran “legales”, so pena de perder el derecho a tener tienda y sus bienes fuesen confiscados para el fisco real.7
No aceptaron ninguno de los dos bandos este mandato final de Enrique IV y el 27 de enero de 14618, el bachiller Lope López de Bocos, juez ejecutor del rey, hacha en mano, ante González de Meceta, lugarteniente de corregidor, ante el bachiller Juan Martínez de Menchaca, alcalde de la Hermandad, y ante Juan Ibáñez de Asteiza y Martín Ibañez de Láriz, alcaldes de la villa, y otros muchos vecinos y moradores, derribó las carnicerías que no estaban donde debían de nuevo, incluidas las de los Láriz (e instó, asimismo, que las carnicerías las tuviesen solamente los vecinos con dicho privilegio y en las calles que debían, para ventaja de los carniceros, los Láriz entre ellos). Los del concejo aceptaron cumplir el mandato real (Martín Ibáñez de Legarda y Juan de San Juan de Ugaz y su procurador Juan Perez de Cearra9 puntualizó que no apresaran a los Láriz, por miedo a los bandos que puedieran defenderles, pues cada parte del pleito tenía su linaje y lo importante era que el concejo saliese ganando) y los linajes de Bérriz, Muncháraz y Urquiaga también lo aceptaron.10 Curiosamente, a esta aceptación del mandato del rey no fue el alcalde Martín Ibáñez de Láriz, sin duda porque era de la familia y bando de los carniceros y le afectaba directamente la orden.
Pero lo más interesante de todo ello es que los Láriz aparecen como miembros del concejo de la villa (lo que explicaría el apoyo anterior recibido por parte del concejo, seguramente). En otras palabras, son parte de la elite o al menos de la parcialidad que controla la villa. Es más, dos linajes, familias o bandos pelean por tener la exclusiva del privilegio de abastecer y vender carne en público en la villa: rentas que, tras la crisis bajomedieval, les permiten mantener su estatus social y económico, y aún político, pues es el tiempo en que los linajes pelean antes las medidas contra los bandos e intentan no quedar al margen (Díaz de Durana, 1998: 35 y 59-60).
Los Láriz, además de tener un bando y linaje están dentro del concejo, en los oficios principales (alcalde y regidor, al menos), como ocurre con otros linajes urbanos, aunque sea más habitual encontrarse con mercaderes o dueños de ferrerías en la bibliografía (en Bilbao Labairu: 1968 o Guiard: 1971-1974, por ejemplo; o para la zona de San Sebastián, Tena, 1998). Son una familia que ha tenido éxito, que ha superado la crisis y qu consigue seguir en la elite social de la villa, integrada en el concejo y hasta en los oficios de la merindad.
El conflicto entre los Láriz y los Unda, se refleja también en 1463 en el pleito sobre la torre de Berna (Bazán, 1998), contra cuya reedificación tomaron parte los vecinos de la villa (el otro gran pleito bajomedieval que se ha conservado en Durango). Entre los testigos estaban los Láriz testificando sobre robos de animales suyos cometidos por los Unda aprovechando la torre (unos rocines a Juan Pérez de Láriz y doce vacas que le quitaron, tras pegarle, a Pedro de Láriz, hijo del difunto Pedro Ibáñez de Láriz el viejo)11.
Fuentes y bibliografía (parte 1)
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AJURIA ASTOREKA, Fermín (1998): Klase sorkuntza eta faktore politikoa. Durangoko hiribilduaren gobernua XVII. mendearen lehen erdialdean / Formación de la clase y factor político. El gobierno de la villa de Durango en la primera mitad del siglo XVII, Liburu sail durangarra 5, Durango, Durangoko Arte eta Historia Museoa.
BAZÁN DÍAZ, Iñaki (2007): Los herejes de Durango y la búsqueda de la edad del Espíritu Santo en el siglo XV, Liburu sail durangarra 7, Durango, Durangoko Arte eta Historia Museoa.
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1 Este artículo intenta dar un enfoque más social al sumario del capítulo de la misma autora llamado “Los Láriz y el Durango de la Baja Edad Media” que saldrá publicado en el libro sobre la Torre de Láriz (Durango), cuyos autores principales son J. A. QUIRÓS y B. BENGOETXEA REMENTERÍA, profesores de la EHU/UPV, y editado por el Museo de Arte e Historia de Durango/ Durangoko Arte eta Historia Museoa. Un agradecimiento a todos ellos. Quiero agradecer, además, al profesor de la EHU/UPV Jon Andoni Fernádez de Larrea tener la paciencia de leerse un borrador infumable y ayudarme a corregirlo eta ikerketa historikoan lanean jarraitzeko indarra ematen didaten David Martínez Izquierdo eta Mª Josefa Sánchez Sierra arkeologoei, nire aita Joxe Mariri, artikulua argitaratzen ikusiko ez duenari, eta zuri, izenik esan ezin dudan horri, ere.
2 Historiadora
Técnica de museos del BIBAT
(Arabako Arkeologia eta Naipeen Museoak/Museos de Arqueología y del
Naipe)
Aiztogile kalea, 54. 01001. Vitoria/Gasteiz
Profesora del EHUko Erdi Aroaren, Aro Berriaren eta Amerikaren Historia
Saila / Dpto. de Historia Medieval, Moderna y de América de la UPV/EHU.
C/ Unibertsitateen Pasealekua z/g. 01006 Vitoria/Gasteiz.
jagirregarcia@alava.net / jaione.agirre@ehu.es
3Es precisamente en un documento de 1328 cuando se menciona por primera vez en las fuentes escritas la villa de Durango, documento que es copia de recogida en un pleito que tuvieron los Láriz sobre las carnicerías de la villa, pleito del que ya hablaremos más adelante.
4 Archivo Histórico Municipal de Durango (A.H. M.D.) Armario (Arm.) 2, Legajo (leg.) 1 (1), nº 57.
5 Archivo Municipal de Mondragón, AI - Cod. 8, in Crespo, Cruz y Gómez (1992: documento nº 46), recordemos que una rama de los Láriz vivía en la misma villa de Mondragón.
6 Sus hijos aparecen más tarde en el pleito: sus hijos, Juan Perez de Lariz, Pedro de Lariz, y Machin (Martin) de Lariz.
7 A. H. M. D., Arm. 2, Leg. 7 (1), nº 17, in Hidalgo de Cisneros et al. (1989a: documento nº 22).
8 A. H. M. D., Arm. 2, Leg. 2 (1), nº 3 (fol. 2rº-11vº; 16rº-30rº; 31rº-79rº), in Hidalgo de Cisneros et al. (1989d: documento nº 16).
9 A. H. M. D., Arm. 2, Leg. 7 (2), nº 138, in Hidalgo de Cisneros et al. (1989d: documento nº 17).
10 A. H. M. D., Arm. 2, Leg. 2 (1), nº 3 (fol. 2rº-11vº; 16rº-30rº; 31rº-79rº), in Hidalgo de Cisneros et al. (1989d: documento 16).
11 A. H. M. D., Arm. 2, Leg. 6 (Leg. 7, nº 1)(9.1), fol. 44rº-102vº, in Hidalgo de Cisneros et al. (1989d: , 10. zenb.